Algún gallo canta recordando al amanecer arrebolado, y las chicharras locas de la vega templan sus violines para emborracharse al mediodía.
La vega, ya con los trigos marchitos, se duerme en un sopor amarillento y plateado, mientras los cielos de las lejanías tienen hogueras de púrpura apasionada y ocre dulzón.
La noche muestra todos sus encantos con la luna. Sobre el lago azul brumoso de la vega ladran los perros de las huertas...
El sol al ocultarse se asomó entre las nubes..., y la vega fue como una inmensa flor que abriera de pronto su gran corola mostrándonos toda la maravilla de sus colores. Hubo una conmoción enorme en el paisaje. La vega palpitó espléndida. Todas las cosas se movieron. Algunos colores se extendieron fuertes y briosos.